Acabo de terminar el libro "Art & Fear" ("Arte y Miedo") de David Bayles y Ted Orland, que supone algo que hacía tiempo que no me ocurría: es de esos libros que parece que te están hablando a ti directamente, como si hubieran sido escritos personalizados para tu caso específico. Y había algunos párrafos que me recordaban una charla que tuve con Eduardo Alvarado sobre un pintor español, en el que la evolución de su carrera había venido marcada por una decisión estrictamente comercial de un galerista, sobre si favorecer su obra o la de otro artista, hoy mundialmente conocido. Obviamente, el favorecido había sido el que hoy es tan alabado, y el pintor del que hablábamos prácticamente se había retirado del mercado para dedicarse al sector primario (a plantar verduras, básicamente). De ahí la conversación había evolucionado hacia la autenticidad como factor esencial del artista, que en algún momento debía verse recompensada por el mercado.
Bayles y Orland comentan:
"En algún punto, la necesidad de aceptación (por el mercado) puede chocar de frente claramente con la necesidad de hacer tu propia obra. Es una pena, porque lo que se pide suena muy razonable: quieres hacer tu propia obra, y quieres aceptación por ello. Es el famoso mito de "la integridad artística y Barrio Sésamo": canta la canción desde tu corazón, y tarde o temprano el mundo aceptará y reconocerá la voz que es auténtica. Los conocedores más cínicos se ríen de esta creencia, pero al final la compran como cualquier otro.
En el mundo del arte, esta creencia es una primera barrera contra la desilusión. Después de todo, el mundo recompensa el trabajo duro. El problema no es absoluto sino temporal: para el momento en que tu recompensa llegue, puede que no estés por aquí para recogerla. Pregúntale a Schubert.
Así que para el artista, el dilema es obvio: arriésgate al rechazo explorando nuevos mundos, o corteja la aceptación siguiendo caminos más explorados."
domingo, 6 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Gracias por la ilustración. Ya lo dices tú todo, ¿no? A explorar y explorarnos.
ResponderEliminarAbrazos, en especial a Joshemari, muy fuerte y de muchos colores. ;)
¡Uy! Y yo que pinto para mí mismo, sin importarme si cortejo o dejo de cortejar a nadie, si mi pintura ya está ó deja de estar hecha..., si sólo pinto para disfrutar...dónde encajo?
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Enrique.
Es un tema interesante porque dentro de la pintura hay muchas sensibilidades y de muchos tipos!!
ResponderEliminarNo hace falta que te de mi opinion !!! esta bien clara!
Un fuerte abrazo!!!!
Y saludos a todos!!!
Hola Freak: no, no, yo no digo nada, lo dicen estos señores que saben mucho del mercado y de la vida de los artistas :-) Y creo que tú eres de las que tiene la suerte de aunar las dos cosas al mismo tiempo, probablemente sin pretenderlo: haces la obra que te apetece, pero encima es muy bien aceptada.
ResponderEliminarSiete: pues tienes la suerte de pertenecer al grupo que no tiene problemas entre hacer su obra y el reconocimiento, ya que éste no te preocupa. Digamos que eres de los que no "tienen necesidad de aceptación" con que arranca la parrafada de estos señores.