Este viernes le tocaba a Conchy, que además de experta arquitecta y docente, es la madre-de-todas-las-modelos. Simplemente coge su pose, y de ahí no mueve ni un dedo en 40 minutos. Luego, tras un pequeño descanso, vuelve a coger exactamente la misma pose y otros 40 minutos inmóvil.
La pose que escogió marcaba una línea que arrancaba de su nuca, recorría toda su espalda, trasero, las piernas, y acababa en la punta del dedo del pie. Supongo que a esto se refería Tintoretto cuando hablaba de dibujar a los hombres con trazos que se oponen unos a otros, y las mujeres con líneas continuas.
En cualquier caso, aunque no estoy nada contento con el resultado final, al menos veo a dónde ha ido el tiempo invertido. La semana anterior tiré nada más llegar a casa los dibujos que hice a Bea, pues no había ni una sola mancha aprovechable. Este viernes, al menos algo he aprendido de cómo incide la luz en la espalda y la cadera...
domingo, 31 de mayo de 2009
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